Yo surfeo desde muy pequeño y siempre me ha gustado hacerme las cosas yo mismo. Venía trabajando la madera. Estaba viviendo en la montaña y haciéndome mis muebles y mis cosas. Y siempre había tenido la intención de hacerme una tabla de surf.

Por un lado sabía lo difícil que era hacer una tabla de espuma y fibra a la manera tradicional, y por el otro no quería tener que lidiar con todos esos químicos contaminantes y tóxicos que son necesarios para hacer esas tablas. Y así fue como un día descubrí que había una madera que se llamaba paulonia, que era una madera resistente al agua, muy ligera, con unas propiedades mecánicas que hacían posible pensar en fabricar tablas enteramente de madera sin necesidad de laminados ni resinas.

Cuando finalmente conseguí encontrar esta madera, estuve todo un año dedicado a buscar una fórmula para poder hacer tablas. Y así empezó mi aventura con Flama. Las primeras eran unas tablas huecas, un poquito más pesadas que una tabla tradicional, lo que me dificultaba llegar a la mayor parte del mercado. Así fue como empecé a probar con una segunda tecnología para desarrollarlas, y luego una tercera y una cuarta, y hasta una quinta, siempre con esa voluntad de intentar hacer las cosas lo más sostenibles posible, intentando llegar a un público objetivo. Con lo cual, diría que la intención de hacer un producto más sostenible era algo que ya llevaba dentro.

A lo largo de este proceso, de mi propio proceso de elaborar tablas, he ido conociendo a un montón de gente que está con mi misma preocupación, intentando encontrar soluciones cada uno de forma distinta. Tanto es así que podríamos decir que hay un pequeño colectivo de gente anónima que desde sus garajes, algunos por hobby y otros de forma profesional, están aportando sus alternativas. Pero lo más bonito, lo más importante y lo más distinto, es que toda esta gente está dispuesta a compartir esas experiencias y sus conocimientos. Disfrutan, les hace felices poder compartir sus procesos y sus ideas. Tanto es así, que hace unos cuantos años se realizaba en Australia el Wooden Surf Day, un encuentro entre amantes de las tablas de madera. Con el tiempo fue evolucionando y ya no solo de madera, sino tablas sostenibles.

A mí me invitaron a Australia a participar en unos eventos y a dar una charla sobre mis tablas y después yo empecé a realizar estos eventos. Llegamos a hacer tres en Cantabria y vino gente de toda Europa. Fue increíble. Gente que venía de Grecia, de Italia, de Portugal, de Escocia, todos con sus propuestas, con sus alternativas distintas. Llegamos a juntar más de 80 tablas en la playa. Y durante un día nos dedicamos a compartir experiencias. Eso es una de las motivaciones que me ha llevado a dar este siguiente paso con Flama Circular. Porque es ese conocimiento compartido el que veo que puede hacernos evolucionar. Y si esto inspira en otros sectores, pues mejor.

Ya en los últimos años, el colectivo surfista se ha ido dando cuenta que el Surf es un deporte de pleno contacto con la naturaleza y a los surfistas se nos ve casi como ecologistas, pero esto hace muchos años que no es cierto. Porque todo el material que utilizamos para practicar nuestro deporte son productos provenientes del petróleo, tóxicos, contaminantes y difícilmente reciclables. Es decir que todo lo que envuelve al deporte no tiene absolutamente nada de sostenible.
En los últimos 60 o 70 años, desde que las tablas dejaron de ser de madera y empezaron a ser a partir de materiales derivados del petróleo, con los trajes de neopreno, también derivado del petróleo, con nuestros desplazamientos, al final en el surf hay muy poco de sostenible. Por ello durante los últimos años se ha ido haciendo más visible la necesidad de introducir cambios. La Barrera que tenemos ahora es de concienciar, que la gente tome conciencia de esa problemática y empiece a descubrir que existen alternativas. Que por suerte hay mucha gente dedicada a buscar soluciones. No solo en el mundo de las tablas, como hago, sino en el tema de la ropa, en los neoprenos, en las zapatillas, en los bañadores, en los protectores solares.
Ahora la Barrera que tenemos que vencer es una vez nos estamos dando cuenta de esto y una vez que sabemos que existen alternativas lo que tenemos que hacer es divulgarlas. Contar que están ahí, que son viables, que son factibles y económicas. Que son una realidad y tenemos una industria contra la que tenemos que luchar. La industria que lo ha hecho siempre del mismo modo. Una industria que a duras penas está haciendo cambios.

Proyectos tengo muchísimos sobre la mesa. Ahora mismo estoy desarrollando una idea de tablas de escuela. Tenemos escuelas repartidas que han crecido como setas por todo el mundo y que están utilizando un tipo de tablas hechas con materiales irrecuperables o muy difíciles de recuperar. Estoy intentando encontrar una manera de fabricar tablas a partir de restos de tablas y hacer un círculo cerrado. Busco que a partir de esos restos podamos fabricar tablas que al final de su ciclo de vida vuelvan a ser recuperables. Por otro lado también estoy colaborando con ONG Wonderful que está haciendo proyectos en Mozambique y en Angola. Lo que estoy haciendo es acompañarlos en el nacimiento del Surf que está sucediendo allí. De hecho el Surf se está expandiendo por todo el mundo. En África ellos están consiguiendo las tablas como pueden, que vienen de Europa, que les dejan los turistas. Y nuestra intención es colaborar con esta ONG y empezar a enseñarles cómo fabricarlas con los materiales que ellos tienen disponibles y hacer tablas africanas. Que sean ellos mismos los que puedan fabricarlas, que sean autónomos y no dependan de esta industria tan contaminante que todavía impera en Europa, Estados Unidos y en todo el mundo.

Proyectos hay muchos y la idea de Flama Círcular es crear un espacio en el que a partir de las colaboraciones de todos podamos empujar cualquier tipo de proyecto que nos dirija a una mayor sostenibilidad de nuestra presencia en el planeta.